Cada 8 de marzo, el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer, una fecha que, más allá de la celebración, representa una oportunidad para reflexionar sobre los avances y desafíos en la lucha por la igualdad de género. Uno de los aspectos clave de esta discusión es la participación de las mujeres en puestos de liderazgo, tanto en el ámbito político como en el empresarial.
En la política, el número de mujeres que han alcanzado el cargo de jefa de Estado o de Gobierno ha crecido en las últimas décadas, aunque todavía es significativamente menor en comparación con sus pares masculinos. Según datos de ONU Mujeres, en 2024 solo 26 países tienen una mujer como jefa de Estado o de Gobierno. A nivel legislativo, la representación femenina en los parlamentos nacionales ronda el 26.5%, lo que muestra un progreso lento pero constante.
El mundo empresarial también refleja esta realidad. Aunque cada vez más mujeres ocupan altos cargos ejecutivos, siguen siendo una minoría en las direcciones de grandes corporaciones. De acuerdo con el informe «Women in Business» de 2024, solo el 33% de los puestos de alta dirección en empresas a nivel global están ocupados por mujeres. A pesar de que algunas de las empresas más importantes del mundo han nombrado a mujeres como directoras ejecutivas, las cifras indican que aún queda un largo camino por recorrer para lograr una representación equitativa.
El 8 de marzo no solo se trata de reconocer los logros alcanzados, sino de recordar que el camino hacia la igualdad en el liderazgo aún está en construcción. La conmemoración de esta fecha es un recordatorio de la necesidad de seguir impulsando políticas de equidad de género, eliminar barreras estructurales y fomentar espacios donde las mujeres puedan acceder y mantenerse en puestos de alta dirección. El verdadero cambio ocurrirá cuando el liderazgo femenino deje de ser la excepción y se convierta en una norma en todos los ámbitos de la sociedad.
